3/10/09

Emmanuel McClaxon

Hubo una vez un país en el que, como en muchos otros, todos los habitantes vivían felices y en paz. Pero al igual que esos otros, este país dejó de ser un buen lugar para sus habitantes: se llenó de ratas blancas, grises y negras. Las amas de casa gritaban, los niños se ensuciaban intentando atraparlas para llevarlas de mascotas (o para asustar a sus ya suficientemente bien asustadas vecinas), y los hombres sudaban intentando darles caza. Entonces sucedió que Emmanuel McClaxon cumplió dieciocho años. Se unió al grupo de hombres que intentaban acabar con las ratas que salían de todas las alcantarillas y de todos los arbustos, madrigueras y sótanos de la ciudad. Emmanuel profanó salas y cocinas enteras en su búsqueda de los nidos ilocalizables de las ratas; y los profanó hasta un dieciocho de julio, cuando murió intentando sacar a una rata blanca de un horno.

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